¿A qué hora?

03.07.2020

De Leticia Barrera

¿A qué hora? Preguntó Kay al hombre de la taquilla de la estación.


A las 9 pm. Respondió él. Kay compró el ticket.


Se sentó nerviosa en la banca más apartada del andén, mira el reloj, 8:30.


Su mochila medio llena, con poca ropa, un libro, un par de zapatos y el cargador de su celular.


Golpea el piso con desesperación y mira a la puerta nerviosa.


¿Cuántas cosas a las que no quería volver? ¿Aplica la palabra: escapar, en este caso? Tal vez si, tal vez no.


Maldita sonrisa, ojos verdes, pelo oscuro. Odiaba que el sexo fuera tan bueno, que sus manos le gustaran tanto.


No había salida, era un asunto de supervivencia. Su cabeza iba por un millar de recuerdos. Por cada bueno, había cinco malos, calculó. No los primeros. Al comienzo, como siempre, todo era hermoso. Pero se torció.

El sacó su lado real, el de verdad y sacó lo peor de Kay.

Ella se sintió encerrada, sin salida. Prisionera en una espacio y una situación que nunca imaginó.

Se hizo lo que se tenía que hacer, pensó.

Pero todavía no estaba a salvo, todavía tenía que subir a ese tren.


8:55


Kay se para y espera en el filo del andén. Mira a todos lados con nerviosismo, luego piensa que se la ve sospechosa, trata de calmarse.

¡El celular! Saca el chip y lo pisa con disimulo. Apaga el teléfono.


8:59


El tren se acerca y sonríe aliviada.


9:00


Es la primera en subir. Encuentra su asiento y la ventana da al andén. Ell tren circulará con ella de espaldas. Tal vez es simbólico. Aunque no sabe si está regresando a algo.


9:02


El tren comienza a moverse. Kay sonríe aliviada y con el rabillo el ojo mira una sombra desde el andén que la observa intensamente.


Ojalá no la encuentren nunca, no piensa volver.


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