Darla

03.07.2020

De Emilia Patiño Carreño

- ¿Será un viaje corto? - Darla parecía nerviosa, sus pequeños pies, que no llegaban al piso, no se dejaban de mover en el aire y sus manos aplanaban la falda de su blanco vestido como si tuviera miles de arrugas.


Rogelio la miró sonriendo y tomo las manos de la niña entre las suyas.

- Durará lo que tenga que durar - dijo.

A Darla no le gusto la respuesta y apartó las manos de las de su abuelo con ira. - Si es largo, no podrás estar en mi cumpleaños. - dijo con ira. Rogelio sonrio, pero su sonrisa tenía una profunda tristeza.

- Oh, querida. No voy estar en tu cumpleaños. -


Darla no respondió, puso puchero y cara de enojo, pero en sus ojos no podía esconder la pena.

- Pues, ¡tu te lo pierdes! Habrá pastel de chocolate, tu favorito. ¿Pero, sabes qué? No te guardaré un pedazo.- Las lagrimas brotaban de los ojos de la pequeña mientras increpaba a su abuelo. - Tampoco voy a recoger dulces de la piñata para ti. ¡Tu te lo pierdes! - Darla apartó la mirada de su abuelo mientras se limpiaba una lágrima de la mejilla, para luego cruzar los brazos mirando al vacio.


Rogelio se acercó y abrazó a la niña lo más fuerte que pudo, como si con eso pudiera aferrarse al mundo y no tener que ir. Darla dejó que su abuelo la abrazara, cerró los ojos y se quedó así, sobre el sillón que compartían para leer cuentos todo el tiempo que pudo.


- No estaré en la fiesta, pero estaré contigo, hasta que vayas a verme-. Darla no lograba mantener las lágrimas dentro de sus ojos, quería estar furiosa, pero se sentía tan bien entre los brazos de su abuelo que no podía mantener las iras. Cerró los ojos y se quedó ahí, esperando que nunca tuviera que irse.


La madre de Darla la encontró sosteniendo los brazos al rededor de su cuerpo con fuerza, como si tratara de sostenerse.


- Darla, nos tenemos que ir.- dijo sacudiendo un poco del hombro. Darla la miro, tenía los ojos rojos y las mejillas mojadas. La madre la abrazó y la ayudo a pararse. Darla miro su vestido y con las manitos estiro las arrugas del vestido que ahora era negro. Darla tomó la mano de la madre le estaba ofreciendo.


Mientras caminaban fuera de la casa, Darla se paró, miró a su madre y dijo: - El abuelo no estará en mi cumpleaños, ¿verdad?-.

Su madre la miró con ternura. - No cariño, no estará - respodió con tristeza.

- No vendrá a ninguno de mis proximos cumpleaños.- susurró con un profundo nuevo entendimiento. - No cariño, el abuelo no volverá.- respondió la madre mientras subía a Darla a un auto negro.


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