Personajes Intermitentes
De Emilia Patiño Carreño
Era una noche fría, llena de neblina y el piso mojado, pero sus veintitantos años le permitían usar esa minifalda sin medias y sin quedarse congelada en media vereda. Estaba parada en la esquina esperando a alguien mientras veía su celular. La luz del faro iluminaba su rostro, se notaba que estaba arreglada, no era mucho el maquillaje, pero la delicada línea negra sobre los ojos denotaba un esfuerzo, un esfuerzo que trataba de ocultarse en lo descomplicado del peinado. La impaciencia se le notaba en el cuerpo, los pies se movían con rapidez y los ojos no paraban de buscar en las calles.
Él estaba en la vereda del frente, notó la presencia de ella al encender un cigarrillo, mientras también esperaba que pasara algo. La había visto antes, en ese mismo lugar y tal vez, de forma inconsciente, no había entrado a la discoteca esperando tal vez, volverla a ver. Notó la desesperación en sus movimientos y pensó en acercarse, pero la neblina (como quien pone una excusa cualquiera) lo detenía. Estuvo ahí parado, intentando no mirarla, mientras terminaba su tabaco. Después de la última pitada lo botó al suelo y lo pisó, miró una vez más a la esquina, pero la chica ya no estaba. Se acercó a la puerta de la discoteca donde le esperaban sus amigos y entró ya sin mirar atrás.
Ella volvió a su sitio bajo el faro con un cigarrillo recién comprado en la boca y el encendedor preparado en la mano. Miró a su alrededor y lo vió en la puerta de la discoteca. Lo había visto antes, en ese mismo lugar y tal vez su mirada también lo buscaba. Bajó la mano del encendedor, con la mirada fija en la puerta, cuando otra mano se apoyó en su hombro, haciéndola saltar del susto. Sus ojos se encontraron con la persona a la que esperaba. Ella sonrió y la persona la beso en la mejilla.
Dentro de la discoteca, entre las luces de colores y el aire cargado se movían sin descanso. Su cuerpo casi como si no fuera de ella, creaba figuras en el espacio. Tenía los ojos cerrados, parecía no estar ahí, sino volando en el espacio, en otro lado. Él la miró por unos segundo y luego siguió su baile, alguien le tomó la mano lo que le obligó a girar, perdiéndola de vista.
Cuando ella abrió los ojos sintió una extraña decepción, estaba aquí todavía. Giró su cuerpo un poco más pesado que antes y entonces lo volvió a ver, pero esta vez él también le veía a ella. Las miradas se cruzaron con sorpresa, pero también con una extraña certeza de saberse. Ella se quedó quieta, él también. Pensó en acercarse, pero la gente (como quien pone una excusa cualquiera) los separaba. Entonces jalaron su brazo, la mirada se perdió... y ellos también.