Una aventura para Julia
De Emilia Patiño Carreño
Cuando Julia abrió la puerta y vio el interior de la bodega se sorprendió no haber sido aplastada por la cantidad de cosas que estaban en un perfecto equilibrio en el pequeño espacio. Había de todo, desde muebles, libros, y adornos, hasta letreros y disfraces. Por suerte lo que buscaba estaba a la mano, en un espacio ideal para poder ser liberada. Era la pieza perfecta del Jenga que le permitiría no derribar la torre. La sacó y cerró la puerta dejando del otro lado el maravilloso mundo de los objetos olvidados.
Era una perfecta maleta de cuero claro, había pertenecido a su abuela, y aunque tenía bastantes remiendos, era su maleta preferida para viajar. Recordaba haberla usado la primera vez que se subió en un avión. Tenía casi 9 años, estaba emocionada porque iría a visitar a su tía en otra ciudad. Su madre le había regalado ese viaje después de que su tía se marchara, para que no perdiera toda el agua de su cuerpo en lagrimas.
Dejó la maleta sobre su cama y la contempló por un momento. Sabía que a donde la llevará sería una gran aventura y quería estar preparada para lo que viniera. Abrió el closet y empezó a sacar ropa y ponerla en la maleta. Por último, abrió el cajón de su velador y saco un cuaderno con pasta de cuero, estaba completamente nuevo. Metió el libro en la maleta y la cerró.
Estaba mirando su obra cuando su hermano pequeño entró a la habitación y se sentó en la cama junto a la maleta.
-¿Para qué haces una maleta si no podemos salir ni de la casa?
- Porque algún día vamos a poder hacerlo, y estaré lista para irme.
-¿Por qué te quieres ir?
- Porque no me quiero quedar.
- ¿Y a dónde te vas a ir?
- Europa, al otro lado del mundo, no sé... a dónde sea.
- Pues vas a tener que esperar...
El niño miró nuevamente la maleta y salió de nuevo de la habitación. Julia sabía que no iba a esperar que la situación se acabe para utilizar su maleta, si no saliá pronto, la única aventura que viviría en su corta vida era la pesadilla de todas las noches, cuando su hermano pequeño y su madre se quedaban dormidos.